miércoles, 23 de junio de 2010

Un año de cambios

Hace algo más de un año decidí dar un cambio de aires a mi vida profesional, y creo que ha llegado el momento de hacer balance.

Todo comenzó con un twitter de un antiguo compañero de trabajo (¡gracias Félix!) avisándome de una oferta de trabajo en una empresa que trabajaba con Ruby on Rails llamada ASPgems. Y lo que en principio iba a ser un simple cambio de trabajo y tecnología (me metía de nuevas en el mundo rails) se ha acabado convirtiendo en un cambio de vida completo.

Recuerdo la entrevista que me hizo Agustín Cuenca y las cosas que me contaba acerca de la forma de trabajar en ASPgems: horario flexible, teletrabajo, confianza en el trabajador... Todo resumido en una frase tal que así
"queremos gente a la que le guste su trabajo, y entendemos que si te gusta tu trabajo, éste forma parte de tu vida diaria tanto como puede hacerlo tu ocio o tu familia. Si eres de los que quiere cumplir un horario y según sales de la puerta te desentiendes de tu vida profesional entonces éste no es tu sitio".
Desde luego, éste era un discurso que se salía de lo común, al menos en lo que respecta a las empresas en las que hasta entonces había tenido el ¿placer? de trabajar. Y en esta vida, si encuentras algo diferente, mi recomendación es cogerlo. Para hacer lo mismo que en el resto de los sitios siempre hay tiempo. Así que finalmente pasé a formar parte de la plantilla de ASPgems. No tenía ni idea de lo que esto iba a suponer.

A nivel técnico Rails me ha gustado mucho. Viniendo de java, con sus interminables ficheros de configuración y sus despliegues para probar cualquier mínimo cambio; o php, donde cada uno hacía lo que le venía en gana, Rails me enamoró desde el primer momento: convención, convención y más convención. No me considero un fanboy, pero hoy por hoy es una tecnología que me convence, y mucho. Ya veremos dentro de un tiempo. No quiero hablar aquí acerca de las virtudes o defectos de rails, que para eso hay gente que sabe mucho más, pero sí quiero destacar un gran valor añadido que le he visto en este tiempo: la comunidad que hay en este país. Con un nivel técnico altísimo y una intención pedagógica muy marcada en líneas generales, te facilitan mucho la transición desde otras tecnologías. Además, en contra del arquetipo de friki informático, esta gente se sabe divertir. Quedar con ellos implica por definición beber cerveza. Para qué voy a contar más :-D

Pero, como decía antes, este año no ha consistido únicamente en un cambio de tecnología sino en un cambio en mi forma de entender el trabajo. Y puesto que trabajamos muchas horas a lo largo de un año, este cambio se ha visto reflejado también en el resto de los aspectos de mi vida.

Mentiría si dijera que estaba totalmente confiado ante el cuadro que se pintaba ante mí. Total, estamos en España, y todos sabemos que en este país las empresas son malvadas, los trabajadores no quieren currar y si puedes escurrir el bulto (a.k.a marrón) a otro, mejor que mejor. Así que sospechaba que me podían estar vendiendo la moto. Después de un año parece ser que estaba afortunadamente equivocado.

Resulta que he ido a caer en una empresa donde las cosas se intentan hacer bien, donde al trabajador se le escucha y se le valora y donde uno tiene la sensación de que está remando en el mismo sentido que el resto de sus compañeros, y todo esto en una época no demasiado propicia para que se den estas condiciones. De una forma más o menos continua hacemos reflexiones acerca de la manera apropiada de trabajar, de detectar y corregir errores y, en definitiva, de establecer los mecanismos para hacer un buen trabajo. Y, en palabras de Javier Ramírez,
"un buen trabajo es aquél en el que la empresa está contenta, el desarrollador está contento y el cliente está contento".
Bonito, ¿verdad? ;-)

Todo esto englobado en un marco en el que prima el buen ambiente, con unos compañeros de los que siempre puedes aprender algo y de los que siempre te alegras de ver cuando entras por la puerta, o a los que echas de menos cuando un día no están. De hecho, hace tiempo que no miro el reloj para ver cuándo termina mi jornada, porque trabajar no supone un dolor ni un martirio. Ni siquiera los lunes son ya el día horroroso que solía ser anteriormente, entre otras cosas, porque los lunes y los viernes, si quieres, se trabaja desde casa. Esto me ha permitido empezar a hacer mis pinitos en la cocina, a tener la posibilidad de organizar más y mejor la casa (esto no siempre lo consigo, pero es parte de mi ser).

Y este es otro punto (puntazo) a favor. Quiénes no han tenido la sensación de que podían haberse quedado trabajando en casa en lugar de comerse un atasco, gastarse el dinero en un menú - que suele ser de todo menos saludable - para comer, volver a comerse un atasco de vuelta... Bueno, pues se puede hacer... si la empresa confía en ti. Y mi experiencia me dice que la confianza se suele devolver con confianza. Así que si estás trabajando en casa, puede que trabajes más horas que en oficina, pero la felicidad en que esto deriva hace que merezca, y mucho, la pena. Que resulta que te piden un esfuerzo, pues no te cuesta hacerlo, porque sabes que aquí sí que existe un quid pro quo.

Podría extenderme mucho más, pero creo que la idea está bastante clara. Aposté por un cambio laboral en un período un poco arriesgado y me ha salido bastante bien. Hay empresas en este país donde se intentan hacer las cosas razonablemente bien. Hay otras, en cambio, estancadas en modelos de los años 80, fruto de herencias jurásicas donde imperan figuras vampíricas intentado exprimir hasta la última gota de tus fluidos vitales, tratando así de compensar inseguridades y complejos, que seguro que Freud no dudaría en relacionar con un destete temprano. Si te sientes identificado como un trabajador de estas últimas, no lo dudes e inténtalo. Hay por ahí empresas que te están esperando.

Y ya para terminar, como diría mi mentor en ASPgems, Dani Mata, ¡salud y rock and roll!
Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida -- Confucio